Surtido de sellos de madera (2015), Bruno Martins.

En el campo de la antropología, el concepto de experimentación se ha aplicado principalmente a las técnicas utilizadas durante el trabajo de campo y al estilo o forma de escritura etnográfica. Así, varios autores han propuesto alternativas a la observación participante y a la entrevista como métodos principales de investigación sobre el terreno (Estalella y Criado 2018). Otros han sugerido experimentar con formas literarias no hegemónicas en la academia, como la poesía o la ficción (Ballestero y Ross Winthereik 2021). Desde la antropología visual, en fin, se ha apostado por un cine etnográfico experimental que se aleje del documental convencional (Schneider y Pasqualino 2020). Mi principal argumento en este texto es que la noción de experimentación puede estimularnos también a repensar críticamente la propia definición de resultado —o resultados— de investigación.

Tradicionalmente, el proceso de investigación se ha descrito como una sucesión lineal compuesta de cuatro grandes etapas: (1) la formulación de preguntas de investigación o hipótesis de trabajo; (2) el trabajo de campo etnográfico, basado en la recolección de datos; (3) el análisis de estos datos a partir de las hipótesis iniciales y de una selección de modelos teóricos existentes; y (4) la redacción y publicación de los resultados de investigación en libros y artículos a través de circuitos especializados.

A mi modo de ver, este esquema presenta dos grandes problemas. En primer lugar, supone una abstracción y simplificación del proceso de investigación que raramente se ajusta a la forma en la que el proyecto etnográfico se desarrolla. En segundo lugar, reconoce el libro etnográfico (a menudo escrito en inglés) como formato privilegiado –y, frecuentemente, exclusivo– de presentación de las conclusiones y punto final de la investigación. En ambos casos, este modelo de raíz positivista implica una reducción de las potencialidades de la antropología para generar conocimiento e incidir social y políticamente en el presente. Como alternativa, propongo concebir la investigación etnográfica como un proceso de aprendizaje mutuo orientado a dar lugar a un ensamblaje ecléctico de resultados diferentes y complementarios.

Nuestros encuentros con otras personas durante la investigación etnográfica están llenos de imprevistos y altibajos emocionales. La antropología es, en gran medida, una ciencia y un arte de lo inesperado (Canals 2024). Estos giros de guion nos permiten adquirir nuevos conocimientos y estimulan nuestra imaginación teórica. Algunas de estas ideas que tenemos durante la investigación cristalizan en resultados concretos, sin embargo, la mayoría acaban desvaneciéndose con el tiempo, perdiendo así todo su potencial creativo y transformador.

Considero que deberíamos ser capaces de materializar y publicar de una forma u otra este conjunto de ideas y posibles líneas de trabajo que emergen durante el trabajo de campo. Estas publicaciones no deberían entenderse como un resultado en el sentido habitual, pues en ningún caso estaríamos hablando de una reflexión acabada y definitiva (si es que tal cosa existe). Más bien se trataría de una suerte de boceto etnográfico, es decir, de un ensayo o probatura deliberadamente incompleta, especulativa y provisional. Este boceto podría asumir la forma de un breve texto, de un ensayo fotográfico, de un podcast o de un pequeño filme, entre otros formatos. El boceto se revelaría como un espacio de experimentación y libertad creativa.

El interés de estos bocetos etnográficos es doble. Por un lado, permitirían comprender mejor la génesis del conocimiento antropológico. Asimismo, estos bocetos deberían revelar detalles acerca del papel que los participantes han desempeñado en la elaboración de la teoría etnográfica. En ambos casos, el boceto sería un ejemplo de honestidad personal e intelectual que permitiría abrir la caja negra en la que a menudo se convierte el trabajo de campo etnográfico. Por otro lado, los bocetos dejarían atisbar algunas de las posibles pistas de investigación que, por una razón u otra, nunca terminaron de concretarse. Quién sabe si, gracias a este ejercicio, alguno de los lectores pudiera entonces recoger el guante y dar continuidad a estas ideas, reinventándolas.

Siguiendo esta argumentación propongo entender la producción de conocimiento antropológico como una suerte de constelación de resultados diferentes y, sin embargo, complementarios. Así, por ejemplo, debería ser posible que una investigación antropológica diera lugar a un libro, una película, un proyecto expositivo y una novela gráfica. También podría desembocar en un taller colaborativo, una obra de teatro o una propuesta de intervención social.

Lo ideal sería que entre estas creaciones se establecieran ciertas discordancias epistémicas. Deberíamos ser capaces de criticar un artículo a partir del análisis de una película o de poner en cuestión el planteamiento de una instalación artística a la luz de las tesis que un libro plantea. Inversamente, las relaciones entre los diferentes resultados de investigación deberían poder mostrarnos afinidades insospechadas, capaces de provocar nuevas ideas y reflexiones. Es en este sentido que empleo el término de constelación. Más que en las constelaciones astrológicas, pienso aquí en los populares juegos gráficos infantiles donde se trata de ir enlazando una serie de puntos con el lápiz hasta dibujar una figura completa. De forma análoga, las conexiones entre los diferentes resultados (y esto incluye los bocetos etnográficos) deberían revelar aspectos inéditos de la investigación imposibles de percibir separadamente.

Podemos encontrar algunos ejemplos de investigaciones recientes que adoptan esta perspectiva. El proyecto The Sahel on Sahel: Collaborative Visual Anthropology project, coordinado desde UiT - The Arctic University of Norway, articula críticamente diferentes tipos de publicación (films, artículos, proyectos sociales) poniendo especial énfasis en aspectos colaborativos a partir de un cruce de miradas —y de películas— entre el equipo de investigación y los participantes. El proyecto Antropología Visual Expandida: Patrimonio arqueológico y realidad virtual en Sitio Cueva de las Manos, Santa Cruz, Argentina, realizado por el equipo del Área de Antropología Visual de la Universidad de Buenos Aires (UBA), combinó la redacción de artículos científicos y las presentaciones en congresos con la experimentación con tecnologías inmersivas de la imagen. Finalmente, el proyecto Visual Trust (2021-2027), que yo coordino desde la Universitat de Barcelona, se diseñó desde el inicio con la intención de generar un abanico ecléctico de resultados de investigación. A día de hoy (2025), el proyecto ha dado a lugar a varias películas de estilos diversos (experimental, documental, colaborativo), artículos, libros, exposiciones y ensayos sonoros. También se han organizado numerosos eventos públicos (debates, conferencias, proyecciones) y se ha realizado una encuesta sobre hábitos digitales de adolescentes en Cataluña que dará lugar a varias publicaciones. Estamos experimentando también con el dibujo, la IA y la animación.

En resumen, en vez de entender la investigación etnográfica como un proceso lineal y teleológico orientado a la producción de un único resultado académico (o de varios resultados de una misma naturaleza) he propuesto en este breve artículo concebirla como un ensamblaje ecléctico, es decir, como una amalgama de resultados heterogéneos pero complementarios producidos en diferentes etapas del proceso investigativo y potencialmente dirigidos a públicos diversos. Este ensamblaje ecléctico no tendría la pretensión de establecer un conjunto coherente y sistemático. Tampoco debería entenderse como un cajón de sastre sin orden ni sentido. Lo que propongo es concebirlo más bien como una composición de propuestas, ensayos y tentativas heterogéneas que, vistas en su totalidad, puedan dar cuenta reflexivamente de la naturaleza intrínsecamente dialógica y creativa de la investigación etnográfica.

Una última aclaración: mi propuesta no es una defensa del hombre-orquesta, capaz de tocar todos los instrumentos a la vez. No podemos individualmente escribir libros, hacer películas, diseñar exposiciones y realizar novelas gráficas o experimentos con inteligencia artificial. La noción de ensamblaje ecléctico, por consiguiente, también se refiere a la articulación de alianzas estratégicas entre antropólogos y otros profesionales, así como entre el mundo académico y la ciudadanía.

Financiación

Este artículo forma parte del proyecto del ERC Visual Trust. Reliability, accountability and forgery in scientific, religious and social images (2021-2026) (IP: Roger Canals, 2021-2026; www.visualtrust.ub.edu). Este proyecto ha recibido financiación del European Research Council (ERC) bajo el programa EU’s Horizon 2020 Research and Innovation Program (Grant Agreement nº 101002897).

Referencias

Ballestero, Andrea y Brit Ross Winthereik, coords. 2021. Experimenting with Ethnography: Durham, N.C.: Duke University Press.

Canals, Roger. 2024. La imagen que no acaba nunca. Barcelona: Gedisa. [Traducción al inglés, The Image That Never Ends: A Journey through Visual Anthropology (2005, Berghahn Books).]

Estalella, Adolfo y Tomás S. Criado coords. 2018. Experimental Collaborations. New York: Berghahn Books.

Schneider, Arnd y Caterina Pasqualino, coords. 2020. Experimental Film and Anthropology. New York: Routledge.