Surtido de sellos de madera (2015), Bruno Martins.

El dilema de la representación constituye un campo de tensión central y persistente en la antropología. Como antropóloga audiovisual, mi práctica investigativa se sitúa precisamente en ese debate, con una búsqueda metodológica en lo audiovisual experimental, orientada a explorar formas de trabajo más colectivas y creativas, tanto en procesos etnográficos como en la creación cinematográfica.

La incomodidad que experimento frente al concepto de representación, se fundamenta en el acento implícito sobre las asimetrías de poder que este término simboliza, cuestión que la antropología contemporánea se esfuerza por desafiar (Nichols 1997). En este sentido, hablar del acto de representar como acción fundamental de la etnografía resulta insuficiente para describir una práctica que aspira a convertirse en un encuentro dialógico y creativo para producir conocimiento antropológico. Es por ello que en este texto recurro al concepto de evocación como alternativa a la representación por su carácter emocional y sensorial (Domínguez 2015), ejemplificándolo a través de una experiencia etnográfica textil y sonora.

La crisis de la representación, surgida en las ciencias sociales durante la década de los ochenta, marcó un giro paradigmático hacia una antropología más crítica y reflexiva sobre sus propias formas de producir conocimiento. En este contexto, el libro Writing Culture editado por James Clifford y George Marcus (1986), resultó fundamental. Los autores evidenciaron las raíces colonialistas de la disciplina y cuestionaron la autoridad etnográfica. Como alternativa, propusieron las etnografías experimentales. Dentro de este marco, conceptos como la evocación y la ficción se resignifican y se contemplan como alternativas más coherentes y sensatas frente a la rigidez del concepto de representación.

En este contexto, la evocación se erige no solo como una herramienta descriptiva, sino como un gesto epistemológico y ético. Mientras que la representación a menudo implica una distancia y una jerarquía —el sujeto que representa y el sujeto representado—, la evocación opera a través de la resonancia, la sugerencia y la afectación.

Propongo entender la evocación como un acto poético y político que busca generar un espacio sensorial y afectivo compartido entre los agentes de una investigación. Este ensayo busca desentrañar el potencial de la evocación para la producción de un conocimiento antropológico más comprometido y sensorialmente consciente.

El gesto  de evocar no consiste simplemente en una sensibilidad estética, sino en una propuesta metodológica que desplaza el foco del producto o resultado, al proceso (el encuentro dialógico). En mi trabajo, este gesto se ha materializado a través de las etnografías sensoriales, particularmente mediante la experimentación sonora. Un ejemplo clave es el cortometraje Telares Sonoros, desarrollado con mujeres tejedoras en el territorio Nn´anncue ñomndaa en Guerrero, México. El proyecto no buscaba representar la técnica del telar de cintura, sino evocar la experiencia corporal y sensorial del saber textil. Esta pieza se convirtió en una metodología evocativa para comprender las dimensiones corporales que tiene el telar de cintura y poder establecer un diálogo en torno a si éste se considera un ser vivo con voz propia desde el pensamiento ñomndaa.

La noción de evocación operó de la siguiente manera:

Inmersión corporal: el primer paso metodológico fue aprender a tejer. Esto desplazó el conocimiento de lo puramente visual u observacional a lo háptico, sonoro y rítmico. Mi cuerpo se convirtió en el principal sensor etnográfico.

Lo sonoro: en lugar de entrevistas explicativas, centramos la atención en la sonoridad del hacer textil. El roce de los hilos, el golpeteo del machete de madera y el ritmo corporal componen un lenguaje en sí mismo. La grabación de estos sonidos no era un registro secundario, sino el material principal para construir la narrativa.

Composición poética: en la edición, mezclamos estos sonidos para construir un relato musical y sensorial. La pieza final no explica cómo se teje; evoca la sensación de tejer. Esta es la clave de su función metodológica: traducir una experiencia corporal en una forma estética que permite al espectador acceder a una realidad cultural que es inaccesible a la simple observación o a la descripción textual.

Silla remendada por una tejedora ñomndaa. Evoca la capacidad de remendar con un hilo una grieta. Esta imagen evocó en la película Flores de la llanura el feminicidio de una compañera tejedora: la vida que se rompe y debe recomponerse como esta silla. Fotografía: Mariana Rivera.

Este enfoque nos permite investigar desde las entrañas menos visibles y obvias de un tema: explorar desde los márgenes, las grietas, los fragmentos, los bordes y las periferias, no como metáfora, sino como práctica evocativa. La evocación se convierte en una herramienta para atender aquellas dimensiones de la vida social que, a menudo, se resisten a la textualidad: los afectos, la memoria corporal o los saberes no discursivos. Evocar no es evitar lo informativo, sino reconocer que el conocimiento también se produce y transmite a través de lo figurativo, lo emocional y lo sensorial. No hay evocación que no pase por el cuerpo y lo afecte.

Así, la evocación emerge como una alternativa al acto de representar. En lugar de hablar por el otro, se busca convocar con el otro. Este proceso crea un espacio compartido donde pueden surgir una pluralidad de ideas y experiencias. Mientras la representación puede cerrar el significado en una interpretación autorizada, la evocación lo abre, invitando a la imaginación y al diálogo. En este sentido, puede ser una práctica más fiel a un entendimiento transcultural, ya que no presume de una comprensión total, sino que crea puentes a través de la experiencia sensible compartida.

Tanto el cine, como las posibilidades metodológicas de la etnografía experimental, permiten cristalizar la evocación en distintos soportes, utilizando materiales metafóricos, simbólicos, visuales y sonoros para reconstruir memorias y despertar afectos.

Deseo, desde esta perspectiva, reconocer en el gesto de evocar la forma en que se tejen los afectos etnográficos, los intereses comunes, las urgencias, las demandas y las victorias que se ganan en el terreno del conocimiento. Se trata, en última instancia, de avanzar hacia una antropología que, en lugar de representar, logre convocar presencias, despertar memorias y tejer sentidos de manera colectiva, comunitaria y humana.

Referencias

Clifford, James y George E. Marcus. 1986. Writing Culture. The Poetics and Politics of Ethnography. Berkeley: University of California Press.

Domínguez Ruiz, Ana Lidia Magdalena. 2015. “El poder vinculante del sonido. La construcción de la identidad y la diferencia en el espacio sonoro.Alteridades 25, no.  50: 95-104.

Nichols, Bill. 1997. La representación de la realidad. Barcelona: Paidós.