Hacer-aprender
From the Series: Vocabulario para la experimentación etnográfica
From the Series: Vocabulario para la experimentación etnográfica


Hacer-aprender es una práctica experimental desarrollada en el marco de una etnografía colaborativa con cooperativas de recicladoras/es de base en Buenos Aires que nos permite indagar acerca de los repertorios tecno-cognitivos movilizados en la recuperación y valorización de materiales descartados, incluyendo modalidades de enseñanza-aprendizaje vinculados con este nuevo oficio popular. Siguiendo la pista que proponen Estalella y Criado (2016) respecto de explorar colaboraciones experimentales, esta práctica nos enfrenta al desafío de repensar rutinas estandarizadas de trabajo de campo para su abordaje, ya que estos repertorios técnicos no derivan ni se plasman en “formalizaciones” tecnológicas estándares (manuales, planillas o diagramas), ni tampoco se corresponden con gestos y habilidades técnicas derivadas de repertorios de conocimiento “tradicionales” (y por ende documentadas por su valor académico, patrimonial, etc.). Por el contrario, se trata de repertorios relativamente opacos y poco evidentes, principalmente porque quienes los elaboran tampoco perciben el valor técnico de los hallazgos e innovaciones que desarrollan como parte de sus labores cotidianas con materiales descartados.
A través del hacer-aprender nos posicionamos como colaboradoras/es en la elaboración de dispositivos experimentales tanto para la sistematización como en los procesos de enseñanza-aprendizaje de conocimientos técnicos populares (Carenzo y Mazzino 2022). En la clave que aporta Puig de la Bellacasa (2017), no etnografiamos los diversos procesos involucrados en la valorización de descartes, sino que desarrollamos colaborativamente dispositivos comunes para aprender a clasificar y transformar residuos como método de investigación. Esta particular forma de atender la correspondencia cuerpo-materiales, involucra tres procedimientos específicos que estimulan la sensibilidad etnográfica: la corporización del conocimiento (empleando el registro sensori-motriz en forma integral, en lugar de privilegiar sólo la observación), la materialización de la exploración (a través de la correspondencia con objetos que funcionan como co-investigadores) y la transversalización de la indagación (produciendo archivos materiales que sirven a objetivos e intereses de quienes colaboran en la pesquisa, estén vinculados al mundo académico o no).
Comenzando por el último, el trabajo sobre dispositivos experimentales de sistematización y enseñanza-aprendizaje partió de antecedentes y prototipos elaborados por integrantes de la cooperativa. Brenda Cortez, actual coordinadora operativa y formadora de la cooperativa, acompañaba su trajín diario entre bolsones llenos de reciclables recuperados con una bolsa donde tenía pequeños fragmentos con inscripciones. Este "ayuda memoria" le permitía despejar dudas sobre la composición de los descartes, ya que muchos objetos plásticos en apariencia similar, son fabricados con distintos tipos de polímeros plásticos. Asimismo, desde su rol formativo, a Brenda le preocupaba la formación de jóvenes que se integraban a la cooperativa sin experiencia previa, ya que la correcta clasificación de los diecisiete principales tipos de plásticos que se utilizaban para fabricar envases y objetos era una de las claves para el dominio efectivo del oficio. Explorar la construcción colectiva de un "cuaderno" como dispositivo para comunalizar criterios y procedimientos para la identificación-clasificación permitió potenciar una dinámica de experimentación colaborativa sobre problemáticas convergentes vinculadas a la producción y transmisión de experticias técnicas.
En segundo lugar, el carácter experimental de hacer-aprender se expresa también en los dispositivos materiales que genera. Así, la producción colaborativa del “cuaderno” desborda tanto una finalidad exclusivamente etnográfica, como la escritura como lenguaje privilegiado para su despliegue. El cuaderno resulta a la vez, cuaderno de campo y manual técnico vivo cuyas páginas se escriben con palabras pero también con trozos de PET y otros fragmentos de distintos tipos de plásticos pegados. En este sentido, funciona como soporte para el aprendizaje de diferencias a nivel de las superficies, densidades y texturas de cada material y cada fragmento es una proposición sobre la identidad material de los plásticos manipulados en el quehacer cotidiano.
Esto conecta con el tercer y último punto, ya que, más que evidencias materiales de contenidos textuales, los fragmentos del cuaderno resultan conocimiento materializado que se transmite mediante correspondencia física y sensorial. Como señaló Brenda en uno de los talleres de codiseño del cuaderno: ”No alcanza con ver para conocer, necesitamos tocar y oler el humo una vez que quemamos el plástico. La clave está en el olor.” Siguiendo este pulso y acercando una punta plástica a la llama de un encendedor preguntó: “¿A qué olor les recuerda?” Ana respondió “a los cortes de luz en casa de mi abuela.” Exacto, dijo Brenda, “el PET tiene olor a vela suave.” Así, el dispositivo cuaderno, hace lugar para que cada quien pueda elaborar su propio aprendizaje (incluyéndonos) a partir de la puesta en acto de procedimientos corporales y sensoriales específicos.
Hacer-aprender es un aprender-con el cuaderno que dispone dimensiones del conocimiento técnico inaccesibles desde la escritura/lectura y, al mismo tiempo, energiza la complejidad empírica del registro etnográfico, que también desborda el registro textual, desestabilizando procedimientos, soportes y lenguajes estandarizados del trabajo de campo antropológico. De este modo, deviene así matriz metodológica para explorar dimensiones enigmáticas en la producción de conocimientos técnicos situados. Una forma de investigar (re)aprendiendo a interrogar sensorial y materialmente en compañía de nuevos aliados: una colega recicladora, el cuaderno escrito con frases y fragmentos, la llama de un encendedor, el humo que desprende el plástico quemado. Se trata de hacer preguntas a los materiales (¿qué sos?) y escuchar las que los propios materiales nos devuelven (¿qué te ocurre cuando me explorás?) para energizar un ejercicio de problematización conjunta (¿qué relación existe entre enseñanza-aprendizaje y legitimación de oficios populares?) valorizando en términos metodológicos y epistémicos las configuraciones sensoriales-materiales que nos atraviesan (¿qué enseña el aroma dulce del PET?). Moviéndonos en los bordes difusos de esta experimentación colaborativa con la materia descartada, hacer-aprender deviene matriz especulativa compartida que liga, de manera irreductible, lo técnico con lo político. Desde este anclaje, se despliegan conocimientos y habilidades tecno-cognitivas, que sedimentan repertorios de oficio (recicladores y antropólogos) desde los cuales reimaginar un mundo compartido con aquellas cosas y personas que, por largo tiempo, se consideraron descartables.
Carenzo, Sebastian y Mazzino, Ana. 2022. “La triple incomodidad de una experticia técnica bastarda: una etnografía experimental y colaborativa sobre el saber-hacer con materiales reciclables ‘sin mercado.’” Espaço ameríndio 16, no. 3: 286–316.
Estalella, Adolfo y Tomás Criado. 2016 “Experimentación etnográfica: infraestructuras de campo y re-aprendizajes de la antropología.” Revista de Dialectología y Tradiciones Populares 71: 9–30.
Puig de la Bellacasa, María. 2017. “Pensar con cuidado.” Concreta: Sobre creación y teoría de la imagen 9: 26–47.