Provocación
From the Series: Vocabulario para la experimentación etnográfica
From the Series: Vocabulario para la experimentación etnográfica

Desde 2015 trabajo con activistas políticos en Angola, en particular un movimiento surgido en el 2011 como reacción angoleña a la Primavera Árabe que se proponía luchar contra el actual régimen autoritario, perpetuado en el poder desde la independencia de este país (Blanes 2023). Este movimiento se conoció como “Revú”, una “angoleñización” del adjetivo revolucionário, que a su vez se refería tanto a la ideología política de ruptura sociopolítica de estos jóvenes como a su discurso crítico contra el partido MPLA y la generación que protagonizó la descolonización en las décadas de 1960 y 1970, también ellos conocidos como “revolucionarios,” y que hoy representan la deriva neocolonial del régimen.
Una buena parte de mi etnografía con los revús consistió en seguir sus tácticas de protesta en un contexto de gran represión autoritaria donde cualquier intento de movilización y expresión en el espacio público implicaba un enfrentamiento violento con fuerzas de seguridad y, subsecuentemente, un “archivo corporal” de violencia estatal en forma de historias individuales de agresión, prisión, tortura, rapto, etc. Si entre 2011 (año de la primera gran llamada a manifestación contra el gobierno) y 2014 estas tácticas pasaban por intentar ocupar y apropiarse del espacio público a través de marchas o manifestaciones, a partir del 2015 todo cambió. Un grupo de activistas, cansados de la represión policial, decidió explorar otros métodos de resistencia pacífica y organizar un club de lectura para discutir teorías y estrategias políticas. En una de estas sesiones, en junio del 2015, diecisiete activistas fueron detenidos y posteriormente acusados de intento de golpe de estado. El proceso de los “15+2”, como se conoció, fue revelador al evidenciar las limitadas condiciones y posibilidades de activismo social y movilización política en el paisaje autoritario de Angola.
Desde ese momento, fui apreciando la creatividad con que imaginaban formas de protesta heterodoxas e inesperadas, frecuentemente con recurso al humor e ironía, no solo para intentar testar y hacer visible los contornos de la democracia angoleña, y jugar al despiste con la policía y servicios de inteligencia angoleños, sino también para poder generar huecos de esperanza y optimismo para otros jóvenes angoleños. Eventualmente, empecé a entender estos procesos como “artes de provocación”, en el sentido de ser, más que reacciones a un contexto de represión, una metodología generadora y un recurso sistemático.[1]

Otro ejemplo tuvo lugar en un debate sobre fraude electoral que se celebró en el auditorio de las Hermanas Paulinas de Luanda, en el marco de las elecciones de 2022. El evento incluyó varios especialistas políticos y también varios revús e integrantes del proceso “15+2”. Uno de ellos, Dito Dalí, en un giro performático, empezó su intervención dando cariñosamente la bienvenida a los agentes infiltrados del SINSE (Servicio de Inteligencia y Seguridad del Estado) presentes en la sala y deseándoles que hicieran un buen trabajo para que pudieran pasar la información correcta a sus supervisores.
Ahora bien, como antropólogo navegando estos artes de provocación, empecé no solo a encontrar elementos de diversión y comedia en un contexto personal y políticamente complicado, sino también a entender la provocación como un proceso poiético, en el sentido platónico del término. Desde este punto de vista, es cierto que el arte hace mucho que incorpora proyectos de provocación, considerando los públicos consumidores y actores. Desde Gustave Courbet a Marcel Duchamp, Andy Kaufman, Banksy o Pussy Riot, el campo del arte nos ofrece una genealogía de desafío al mainstream y de generatividad social. Y de hecho, muchos de los revús angoleños entraron en el activismo político a través del hip-hop. La conexión es evidente.
Este tipo de provocación artístico-política, sin embargo, es radicalmente distinta a las provocaciones que solemos leer en la antropología convencional, donde se suelen plantear como desafíos teórico-conceptuales (por ejemplo, Asad et al. 1997; Holbraad 2014; Zeitlyn 2020). Pero, partiendo de la sugestión de Ballestero y Winthereik (2021) de pensar la experimentación como práctica analítica, yo propongo la provocación como una metodología activa dentro de una etnografía experimental. En otras palabras, se trata de asumir la provocación como una táctica o procedimiento etnográfico que nos permita abordar aquellos espacios “¿y si..?” (what if) que motivan tantas de nuestras interacciones sociales, de forma que nos podamos abrir nuevas posibilidades políticas y epistémicas.
Desde este punto de vista, en lo que se refiere a la etnografía experimental, a pesar de que los paradigmas actuales nos invitan a abrazar abordajes abiertos y a explorar los potenciales epistémicos de la relacionalidad, la espontaneidad y la co-creación, quizás no hayamos prestado suficiente atención a la provocación como método de conocimiento o, quizás mejor, de co-conocimiento. Al menos no desde que Victor Turner (1980) nos ofreciera un itinerario para conceptualizar el drama como metodología.
Nos interesa, por lo tanto, imaginar qué puede hacer la antropología con la provocación y qué puede la provocación hacer a la antropología. A partir de Angola, se me ocurren tres instancias entretejidas que pueden ser configuradas como metodologías experimentales provocadoras: encuentro, evento, y humor. Precisamente, desde el campo de la performance, en esa década de desconstrucción del proyecto antropológico clásico, Mette Bovin (1988) ya nos proponía una etnografía que exploraba la interacción performatizada provocada por el evento del encuentro etnográfico como fuente de conocimiento. Apreciamos una conclusión semejante en la propuesta de Jacob Buur y Larisa Sitorius (2007) para una etnografía como design provocation, en sus interacciones etnográficas con ingenieros en proceso de diseño de tecnología.
Sin embargo, si estos huecos de interacción performativa interdisciplinaria ocurren en espacios reconocibles y productivos, ¿qué ocurre en contextos de violencia y resistencia política, por ejemplo? En este marco, recuperando la idea de “seguir el chiste” (Kuijpers 2016), nos damos cuenta de que el humor se transforma en herramienta para una política de la provocación. Nos interesa, por lo tanto, una etnografía a la vez “de”, “con” y “en” el humor para navegar la complejidad (y en muchos casos, violencia social y política) contemporánea. Desde este punto de vista, el humor es a la vez una relacionalidad banal y un acto generativo de provocación, a veces escándalo. Por lo tanto, nos cabe usar nuestra sensibilidad etnográfica no sólo para detectar, sino también para generar relacionalmente, espacios de provocación epistémica y política.
Así que quizás un paso metodológico en dirección a una etnografía experimental puede ser el de explorar la provocación más o menos “escandalosa” que busque generar huecos de esperanza y optimismo a través de una práctica activa de búsqueda de los límites de la aceptabilidad epistemológica como una forma de transgresión política en contextos de autoritarismo y violencia.
Asad, Talal, James W. Fernandez, Michael Herzfeld, Andrew Lass, Susan Carol Rogers, Jane Schneider y Katherine Verdery. 1997. “Provocations of European Ethnology.” American Anthropologist 99, no. 4: 713–30.
Ballestero, Andrea y Britt-Ross Winthereik. 2021. “Analysis as Experimental Practice”. En Experimenting with Ethnography. A Companion to Analysis, editado por Andrea Ballestero y Britt-Ross Winthereik. Durham, N.C.: Duke University Press, 1–12.
Blanes, Ruy Llera. 2023. A Revolução Angolana no Século XXI. Lisboa: Tinta-da-China.
Blanes, Ruy Llera y Hitler Samussuku. 2022. “Afro-Autarky: Onjangos and Utopias of Contemporary Angolan Activism.” Critical Times 5, no. 2: 475–94.
Bovin, Mette. 1988. “Provocation Anthropology: Bartering Performance in Africa.” TDR/The Drama Review 32, no. 1: 21–41.
Buur, Jacob. y Larisa Sitorus. 2007. “Ethnography as Design Provocation.” Ethnographic Praxis in Industry Conference Proceedings 1: 146–57.
Holbraad, Martin. 2014 “Tres provocaciones ontológicas.” Ankulegi 18: 127–39.
Kuipers, Giselinde. 2016 “Follow the Joke: Humour and Ethnography.” Etnofoor 28, no. 2: 125–29.
Turner, Victor. 1980 “Dramatic Ritual/Ritual Drama: Performative and Reflexive Anthropology.” The Kenyon Review 1: 80–93.
Zeitlyn, David. 2020 “Haunting, Dutching, and Interference: Provocations for the Anthropology of Time.” Current Anthropology 61, no. 4: 495–513.
En otros textos he compartido varios ejemplos de estos artes, que incluían la convocatoria de manifestaciones inexistentes e interacciones “pedagógicas” con la policía (Blanes y Samussuku 2022).